Y es así porque el automovilismo deportivo es un universo total. Hoy, el deporte motor está sospechado, pero no sabemos a cuantos importa. Ocurre como una paradoja, que mientras Sebastien Loeb tiene una cita con la historia, Lewis Hamilton festeja en un mar de dudas y el pobre Timo Glock, un rival de GP2 del morocho británico y también de Pechito López, se convierte en la cápsula vacía del disparo al centro de una actividad, donde se juega la vida.
Bernie Ecclestone, el Pigmalion que ya el ano pasado logró llevar el show hasta el último capítulo, repitió el argumento y esta vez, ayudado por el agua, logró ponerlo en escena, cuando Felipe Massa, sorteaba la bandera de cuadros. Esto no significaría más que dramática casualidad, sino fuera porque las cámaras no parecen mostrar, lo que se evidencia como justificativo.
Las gomas medias o intermedias no están hechas para el agua, pero salta a la vista, que cualquier profano puede inferir, que si se las acelera en lo mojado, se produce por patinamiento, una pérdida de la estabilidad longitudinal –que es la recta por la cual se tracciona- que no se evidencia en las imágenes. Para peor, en una suave curva en ascenso, que a los pocos metros desemboca en los 22 metros de ancho de la recta principal, a 500 metros de la línea de sentencia.
Lo que se observa es implacable: la Toyota de Glock que viene lanzada, en un instante pierde toda su aceleración y reparte tras el sorpasso de Vettel y Hamilton.
Que en el Rally hubo deshonestidades no hay dudas. La última de ellas, fue la exclusión del Toyota Team Europe en Cataluña 1995, cuando los comisarios técnicos ya sospechando, descubrieron el affaire del turbocompresor y así quedó de a pié, sin responsabilidad alguna, un campeón como Didier Auriol.
La casualidad apunta a Toyota, pero dentro del circo mentiroso de la F1 hay algo que se ignora y que vincula ríspidamente a la casa japonesa con Ferrari. Desde el 3 de diciembre de 2004, el Procurador General de los Tribunales de Colonia, Alemania, base del
equipo oriental, tiene en sus manos, las miles de fojas de investigación por el traspaso de datos industriales, así se los considera aunque refieran a la F1, a través de la gestión
de Angelo Santini, ex dependiente Ferrari, y Mauro Iacconi, titular de una empresa de precisión contratada por Maranello, ambos responsables del robo de softwares y programas de desarrollo, a cambio de contratos laborales destacados por parte de Toyota.
La causa, aún no está cerrada, no se conoce, después de los allanamientos y acciones de la justicia, en que estado se encuentra, pero cualquier mortal, puede relacionarla con la sanción a Mc Laren por idéntico motivo, que ahora definirá la situación de Nigel Steph-
ney, técnico de Ferrari, acusado además de sabotaje.
Uniendo estas partes, visualizando los hechos, hurgando en los dichos de Ecclestone a lo largo del año y sobre todo no olvidando que los ingleses siempre han creído ser el vértice absoluto del mundo motor, es comprensible pensar más allá.
Lástima que todo lo señalado, haya ocurrido el mismo día y que un Campeón indiscutido como Sebastien Loeb, condivida su cita con la historia del Rally Mundial, con las sospechas generales que han encaramado a Lewis Hamilton como el primer negro inglés, que con un auto inglés, Mc Laren, se convierta en el más joven y quizás menos creíble Campeón del Mundo de la F1.
Esas dudas, afectan a todo el mundo automovilístico. Aunque a la FOCA, a la FIA y a los sadomasoquistas les parezca que todo está perfecto.
M.G.
Rallynoticias.com
Fotomontaje: D.Gorosito
